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Las adicciones como una forma de buscar alivio

 
 
Cuando se habla de drogas, la conversación suele centrarse en el consumo, la dependencia o la abstinencia. Pero pocas veces hablamos de lo que hay antes de todo eso: el dolor que llevó a alguien a buscar alivio en una sustancia.
 
 Nadie empieza a consumir porque quiere perder el control, se empieza porque algo duele, porque algo falta o porque, por un momento, eso da calma.
 
La adicción no busca placer, busca silencio
 
El consumo sostenido no se trata de querer sentir más, sino de querer sentir menos.Las drogas alteran el sistema de recompensa del cerebro, sí, pero también modifican algo más profundo: la relación con la realidad emocional.
 
Desde la salud mental, entendemos que cada adicción es una forma de anestesia. Una manera de evitar el vacío, la ansiedad, el trauma o la desconexión.Por eso, hablar de adicciones no es hablar de “vicio”, sino de dolor no atendido.
 
Del consumo al aislamiento
 
Al principio, la sustancia da sensación de control: calma, energía, olvido.Pero con el tiempo, el alivio se convierte en necesidad y lo que empezó como escape, se transforma en encierro.
 
 El entorno se reduce, la confianza se fractura, y la vida empieza a girar alrededor de un único objetivo: volver a sentir ese instante de calma.
 Ahí es donde la adicción deja de ser una elección, y se vuelve un ciclo de culpa, miedo y dependencia.
 
Mirar el síntoma, no solo la sustancia
 
En AEQUI abordamos las adicciones desde un enfoque integral, que entiende el consumo como parte de una historia, no como una etiqueta.
  • Psicología: acompaña la comprensión de lo que hay detrás del consumo: las emociones, los vacíos, los vínculos rotos.
  • Psiquiatría: trabaja en la regulación del sistema nervioso y los síntomas asociados a la abstinencia, integrando el tratamiento farmacológico cuando es necesario.
  • Terapia ocupacional: ayuda a reconstruir rutinas, propósito y autonomía, para que la persona recupere su sentido de vida más allá de la sustancia.
 El objetivo no es “dejar de consumir”, sino entender por qué el consumo se volvió la única forma de soportar.
 
El proceso de recuperación: volver a habitar el cuerpo
 
 Dejar una sustancia es solo el primer paso. Lo verdaderamente difícil es aprender a estar presente sin ella.
 Por eso, la recuperación no se mide en días sobrios, sino en la capacidad de volver a sentir sin miedo, de volver a vincularse, de volver a confiar.
 
 
Si el consumo se volvió tu manera de calmar, tal vez sea momento de buscar una forma distinta de sanar.
 
 En AEQUI estamos para acompañarte.
 

 

 

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