Límites sanos: cómo ponerlos en cada aspecto de tu vida
Poner límites sanos no es alejarte de los demás, es acercarte a ti misma/o.
Y aunque a veces se sienta incómodo, hacerlo es una de las formas más honestas de cuidar tu salud mental y emocional.
Y aunque a veces se sienta incómodo, hacerlo es una de las formas más honestas de cuidar tu salud mental y emocional.
Durante años hemos creído que poner límites es ser egoísta, que decir “no” es falta de empatía o que tomar distancia es egoísmo. Pero en realidad, poner límites sin culpa es una forma de respeto: hacia ti y hacia quienes te rodean.
No son muros que separan, sino bordes que te ayudan a mantenerte entera/o.
No son muros que separan, sino bordes que te ayudan a mantenerte entera/o.
Por qué es importante aprender a poner límites
Vivir sin límites es una forma silenciosa de desgaste. Cuando no los tienes claros, terminas haciendo cosas que no quieres, cargando más de lo que puedes y diciendo que sí cuando todo en ti quiere decir que no.
Con el tiempo, eso se traduce en cansancio emocional, ansiedad, irritabilidad o incluso burnout.
Los límites no se tratan de cerrar puertas, sino de dejar abiertas solo las que te hacen bien.
Son una manera de sostenerte sin romperte.
Son una manera de sostenerte sin romperte.
Límites contigo misma/o: el punto de partida
Los primeros límites que necesitas poner no son hacia afuera, sino hacia adentro.
Aprender a decirte “ya basta”, “hoy necesito descansar” o “no puedo con todo” también es amor propio. No tienes que rendir siempre al máximo ni estar disponible tod
Aprender a decirte “ya basta”, “hoy necesito descansar” o “no puedo con todo” también es amor propio. No tienes que rendir siempre al máximo ni estar disponible tod
Límites en pareja: amar sin perderte
En una relación sana, los límites no dividen, ordenan. Decir “esto me dolió”, “necesito espacio” o “no quiero hablarlo ahora” no es indiferencia: es cuidar la forma en la que se comunica el amor.
Sin límites, amar puede convertirse en aguantar. Y cuando el miedo a perder al otro es más fuerte que el deseo de cuidarte, el vínculo se vuelve desequilibrado.
Límites con los amigos: estar presente sin agotarte
En la amistad también hacen falta límites, aunque casi nunca se hable de eso.
A veces no tienes ganas de salir, no puedes escuchar más o simplemente necesitas estar sola/o, y eso no te convierte en una mala persona o en alguien distante.
A veces no tienes ganas de salir, no puedes escuchar más o simplemente necesitas estar sola/o, y eso no te convierte en una mala persona o en alguien distante.
Los límites con los amigos/as no debilitan los lazos, los hacen más sinceros: te permiten acompañar desde la calma y no desde el agotamiento, querer desde la verdad y no desde la obligación.
Límites en el trabajo: compromiso sin desgaste
El trabajo puede darte propósito, pero no debería quitarte la calma.
Responder mensajes fuera de horario, asumir tareas que no te corresponden o vivir en modo “disponible 24/7” no es compromiso: es desgaste.
Responder mensajes fuera de horario, asumir tareas que no te corresponden o vivir en modo “disponible 24/7” no es compromiso: es desgaste.
Poner límites laborales no es falta de actitud, es responsabilidad emocional.
Es entender que la productividad no puede construirse a costa de tu bienestar, y que cuidar tu energía también es parte del trabajo.
Es entender que la productividad no puede construirse a costa de tu bienestar, y que cuidar tu energía también es parte del trabajo.
Conclusión: poner límites no es alejarte, es sostenerte
Decir “no” también es una forma de decir “sí” : sí a tu salud mental, sí a tu tiempo, sí a tu paz.
Aprender a poner límites sanos no significa querer menos, sino quererte más.
Porque los límites no enfrían los vínculos, los equilibran, y lejos de aislarte, te devuelven a ti.
Porque los límites no enfrían los vínculos, los equilibran, y lejos de aislarte, te devuelven a ti.
En AEQUI te acompañamos a construir vínculos más sanos, empezando por el que tienes contigo.
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