Situationship: ese casi algo que no es nada… pero tampoco es poco
¿Te ha pasado que sales con alguien, hay química, planes, hasta cariño… pero nunca queda claro qué son? Eso es una situationship: un vínculo sin nombre, donde hay conexión pero no compromiso formal. No son “amigos con derechos”, pero tampoco “novios”. Están en un limbo raro donde todo fluye… hasta que alguien se pregunta: “¿y esto qué es?”.
Los matices (porque no todas son iguales)
Algunas situationships parecen un noviazgo encubierto: se ven todo el tiempo, hay exclusividad, hasta hay familia que ya sabe de “esa persona especial”.
Otras son mucho más esporádicas: mensajes de vez en cuando, citas sin mucho plan. Lo único fijo es la ambigüedad, ese “te quiero cerca, pero no tanto como para ponerle nombre”.
Otras son mucho más esporádicas: mensajes de vez en cuando, citas sin mucho plan. Lo único fijo es la ambigüedad, ese “te quiero cerca, pero no tanto como para ponerle nombre”.
Lo que parece atractivo de una situationship (y por qué puede ser engañoso)
- Menos presión: al inicio se siente ligero… pero esa ligereza puede convertirse en inseguridad.
- Disfrutar el presente: suena bonito, pero sin acuerdos es fácil terminar atrapada/o en dinámicas que lastiman.
- Sensación de libertad: aunque muchas veces es más bien falta de compromiso real.
Lo que definitivamente no es bueno
Y aquí es donde aprieta el zapato:
Y aquí es donde aprieta el zapato:
- Ansiedad: no saber qué lugar ocupas puede ser agotador.
- Desequilibrio: uno se engancha más que el otro.
- Cierres dolorosos: como “no eran nada”, muchas veces el dolor ni se valida.
- Falta de límites: al no haber acuerdos, es fácil aguantar cosas que duelen.
Entonces… ¿por qué ahora tantas personas quieren una situationship?
Porque vivimos en una época donde comprometerse asusta, donde la inmediatez manda y la idea de “definir” algo parece una carga.
La situationship suena cómoda: compañía sin etiquetas, libertad sin soledad. Una situationship no es mala en sí. El lío empieza cuando lo que tú esperas y lo que la otra persona quiere no se parece en nada… y nadie lo habla. Si estás tranquila/o, disfrutando y sin ansiedad, puede ser válido.
Pero si te la pasas dudando o sintiéndote a medias, ojo: ahí no hay paz. Al final, más que ponerle nombre, se trata de preguntarte:
¿Esto me suma o me resta?
¿Me siento libre o atrapada/o en la ambigüedad? Porque lo importante no es el título, sino si ahí puedes ser tú, sin disfrazarte ni tener que pedir claridad.
La situationship suena cómoda: compañía sin etiquetas, libertad sin soledad. Una situationship no es mala en sí. El lío empieza cuando lo que tú esperas y lo que la otra persona quiere no se parece en nada… y nadie lo habla. Si estás tranquila/o, disfrutando y sin ansiedad, puede ser válido.
Pero si te la pasas dudando o sintiéndote a medias, ojo: ahí no hay paz. Al final, más que ponerle nombre, se trata de preguntarte:
¿Esto me suma o me resta?
¿Me siento libre o atrapada/o en la ambigüedad? Porque lo importante no es el título, sino si ahí puedes ser tú, sin disfrazarte ni tener que pedir claridad.
La claridad empieza contigo.
Ponle nombre a lo que sientes, aunque tu relación no lo tenga.